domingo, 8 de mayo de 2011

Y de repente, ... blanco.

Todo se hizo muy oscuro cuando abrí los ojos.
Cuando conocí que el mundo que me rodeaba estaba siendo absorvido por penurias y cambios, por sombras de miedo que se cernían sobre mí y que yo rechacé con determinación.

Ahora, oscurece la noche y mi cuerpo flota en la Estigia. Pero no se cayeron mis monedas, y me dejarán llegar hasta...

Eso ya no lo sabré.

El futuro, si quiere, que ocurra, mientras yo, me tomo otro sorbo de este estúpido líquido que ya no saboreo, que me nutre y que me mantiene, que hace que mis órganos se cambien por la inocua noche.

Si soy pusilánime, entonces me clavaré un puñal en el pecho, donde pueda sangrar y morir lentamente, donde el carmesí fluya, alimentando la tierra que algún día se meterá en mi boca, y llenara de gusanos mis entrañas, mis pestañas, mis muñecas y mis globos oculares, porque todos procedemos de la nada, y en la nada, nada ocurrirá.

Te espero, te espero, sentado en mi trono de literatura, porque es verdad que yo desapareceré, pero mis palabras; Nunca mis palabras se las llevará el viento, o se la comerán los gusanos, o las dejará de leer alguien, porque yo, yo...

me he quedado en blanco.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No sé por qué, pero cuando lo he leído he pensado en el Dr. Jeckyll.
Un abrazo